RUFO

RUFO

"¿Si no eres tu, entonces quién? ¿Si no es ahora, cuándo?"

Esta ha sido la frase que reina muchas de mis decisiones "arriesgadas" desde hace algunos años, y fue el centro de la historia que voy a contar:

Un par de meses antes de comenzar todo el tema de pandemia, escuchaba a mi papá expresar su deseo de tener un perro, sin embargo SIEMPRE tenía algún pero: el espacio en el apartamento, el horario para sacarlo a pasear, el trabajo... Entonces lo conectaba con uno de sus sueños: tener una casa en la montaña, rodeada de árboles y ahí si, tener muchos perritos.

Un día, él vió la publicación en Twitter de "Rulfo", un perrito de unos 6 meses que fue encontrado deambulando en un parque del Polo (Bogotá), a quien estaban tratando de encontrar la familia de la cual podría haberse perdido. De inmediato me mostró la foto y se contactó con la rescatista para hacer una donación.

Pasaron los días y nada que aparecía la familia de "Rulfo", mi papá estuvo super pendiente todo el tiempo y a diario veía su expresión de impotencia de no poder hacer más por el perrito.

 

Así encontraron a "Rulfo"

  



Un día me dijo que sería lindo adoptarlo, PERO (volvió con sus peros). Lo interrumpí y le dije mi famosa frase, con un ejemplo un poco impactante: "si sigues esperando 'el momento perfecto' llegará el día en que estés muy viejo para tener perro y te quedarás con las ganas". El man quedó blanco, pero entendió mi punto y comenzamos a discutir los pro y contras de adoptar al perrito. 

Y LO ADOPTAMOS!!!

 

Rufo (como decidimos llamarlo) llegó el miércoles 15 de abril de 2020 a las 6 am (estábamos en plena cuarentena estricta y quien lo cuidaba no podía llevarlo en otro horario) Y NOS HIZO UNA PILATUNA que si no la hubiese vivido, no la creería: como venía de una finca, supongo que no tuvo concepción de estar en un tercer piso y apenas vio la oportunidad SALIÓ POR EL BALCÓN Y SALTÓ EL MURO A LA CALLE!  

Muertos de susto pensando que había caído a la calle salimos corriendo a buscarlo y no lo encontramos, pensamos que había escapado pero nos dimos cuenta que estaba en el balcón del segundo piso (afortunadamente cayó encima de unas plantas que, supongo, amortiguaron su caída). Esperamos un rato mientras los vecinos daban señales de estar despiertos, pedimos su autorización y desde el balcón de al lado comencé a llamarlo hasta que unos 40 minutos después por fin se acercó y lo pude sacar de ahí.

       

Desde entonces, Rufo nos ha acompañado y alegrado los días, despertando siempre con toda la energía y actitud posible, pidiendo ir al parque a jugar con sus amigos perritos apenas sale el sol (literal, desde antes de las 6am busca despertarnos para salir al parque); siendo noble, sorprendiéndonos con su inteligencia y enseñándonos a valorar cada detalle de la vida: muchas veces pasamos por alto la fortuna que tenemos de despertar, de estar seguros, sanos, de poder compartir con nuestros seres queridos o ciertos contextos que se vuelven "paisaje" pero visto por otros ojos son una razón para agradecer. 

 

      

Es una responsabilidad enoooorme, pero Rufo nos lo ha hecho tan fácil: sin enseñarle, aprendió a golpear la puerta cuando necesita salir al baño, nos reclama cuando tiene hambre, nos busca y lleva la pelota cuando quiere que juguemos con el, el arrunchis es lo más espectacular, me acompaña cuando estoy organizando los pedidos o se asoma en algunos videos (porque quiere participar en TODO) entiende y acata muy bien las órdenes, es DEMASIADO noble, juguetón y LINDO, definitivamente lo mejor que la pandemia ha traído a nuestras vidas; si no fuera por el tal vez me habría afectado mucho más el "encierro": teniendo un parque al lado de mi edificio, solo con Rufo lo aprendí a disfrutar plenamente.


¿Fue una decisión impulsiva? SI, totalmente ¿Lo volvería a hacer? Sin duda alguna.

Regresar al blog

Deja un comentario